La empatía.
Nuestro modelo de salud pone al paciente en el centro. En ese sentido, consideramos que la empatía es lo primero.
Estar confinado a una cama es muy duro. Por eso, cuidar a un paciente encamado requiere ponerse en la piel de esa persona, pensar cómo nos sentiríamos en su lugar y cómo nos gustaría que nos atendieran.
El pudor de que nos vean desnudos, la incomodidad de depender de otra persona y la ausencia de intimidad solo pueden ser superados cuando hay un vínculo de respeto y calidez.
La educación.
También es importante explicar al paciente las razones por las cuales debe permanecer en cama. De esa manera, el paciente estará más predispuesto a aceptar los cuidados y colaborar con ellos.
La higiene y la ropa de cama.
Un paciente encamado debe ser aseado a diario, no solo por su salud física, sino también para preservar su autoestima. Este procedimiento debe ser realizado con respeto, ya que involucra la intimidad del paciente.
La higiene incluye el baño, la higiene oral, las uñas, el corte de pelo y/o barba y la provisión de vestimenta limpia.
Por otra parte, la ropa de cama debe mantenerse seca, limpia y libre de arrugas o dobleces, ya que estos pueden resultar incómodos o dañinos para el paciente.
La nutrición e hidratación.
Una nutrición e hidratación adecuada son fundamentales para la salud gastrointestinal y evitar el estreñimiento. La salud de la piel también se ve muy afectada por este aspecto del cuidado.
Postura y movilización.
La persona debe estar cómoda, mantener una alineación corporal correcta (higiene postural) y cambiar de posición regularmente. Todo eso ayuda a prevenir dolores y el deterioro de músculos, huesos y articulaciones.
El ambiente.
Lo ideal es contar con un ambiente ventilado y limpio. Hay que asegurarse de que, entre luz solar, ya que es un desinfectante natural.
Estar en un ambiente agradable y limpio también colabora a la recuperación del paciente, ya que demuestra nuestro amor hacia él o ella.
Los ejercicios.
Por último, también queremos destacar la importancia de enseñar al paciente ejercicios físicos que pueda practicar en la cama. A través de ellos, es posible minimizar la pérdida de masa muscular y aliviar los problemas de circulación sanguínea.